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Reflexións sobre a escrita II

Page history last edited by María DT 13 years ago

 

La palabra. Vivir de la palabra.

           

 

1.           Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras…

 

            Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se transladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció…

 

            Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra…

 

             Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras. 

 

                                                                                                                                       

                                                                                                                                         Confieso que he vivido: memorias. Pablo Neruda 

 

 

 

    2.             Contemplar las palabras sobre el papel escritas, medirlas, sopesar su cuerpo en el conjunto del poema, y después, igual que un artesano, separarse a mirar cómo la luz emerge de la sutil textura. Así es el viejo oficio del poeta, que comienza en la idea, en el soplo sobre el polvo infinito de la memoria, sobre la experiencia vivida, la historia, los deseos, las pasiones del hombre. La materia del canto nos lo ha ofrecido el pueblo con su voz. Devolvamos las palabras reunidas a su auténtico dueño.

                                                                                                                                                       El oficio del poeta, José Agustín Goytisolo

 

 

          

   3.             Quietas, dormidas están, las treinta redondas blancas. Entre todas sostienen el mundo. Míralas, aquí en su sueño, como nubes, redondas, blancas y dentro destinos de trueno y rayo, destinos de lluvia lenta, de nieve, de viento, signos. Despiértalas, con contactos saltarines de dedos rápidos, leves, como a músicas antiguas. Ellas suenan otra música: fantasías de metal valses duros, al dictado. Que se alcen desde siglos todas iguales, distintas como las olas del mar y una gran alma secreta. Que se crean que es la carta, la fórmula como siempre. Tú alócate bien los dedos, y las raptas y las lanzas, a las treinta, eternas ninfas contra el gran mundo vacío, blanco en blanco. Por fin a la hazaña pura, sin palabras, sin sentido, ese, zeda, jota, i...

                                                                                                                                                                              Underwood girls. Pedro Salinas 

 

4.

 

Non, eu non son quen de erguer a miña voz

e proclamar que podo facer versos,

se a penas sei ollar en cada tarde

as cores que todos chaman ceo.

Teño mans de labrega e só sei certo

levantar o legón sobre as palabras,

sachalas a destempo, desfacelas,

partilas en anacos,

derramalas.

As metáforas foxen destas liñas

que se quebran a cada novo intento.

Non, non son quen de erguer a miña voz,

o meu sacho contra os vosos versos.

                                                                     Marta Dacosta  

 

 

5.

 

Escribo para enxendrarme

-coma se fose outra-

no ovario do pensamento.

Para darme a luz

-e darme luz-

deslumbrada polas propias palabras.

Axúdoas a parir-se do meu corpo

tan miñas!

e tan outras.

Enfeitizada

míroas como á filla recén nacida

tan de min

e tan descoñecida.

Fago as palabras co meu sangue e me

asombran.

Falta que choren para que as

amamante.

                   

                             María Xosé Queizán

 

 

 

 

6.

 

¿Y por qué yo, poeta,

no he de inventar palabras

como sacaraluna,

besiamor, hojiplata,

bellisol, clarirrío,

oriluz, fulginácar,

melibeja, luzbrina,

vinosía y sedánima?...

Yo soy un académico

que sílabas engarza

y partero que alumbra

oriluz de metáforas.

Con besiamor las huello

donde hallo mi sedánima

o abajo en clarirrío,

bo me habo centinela

de mi sombrialargada

esperando a Cupido

y a melibejas áureas,

mientras sacaraluna

de puriamor se embriaga

entre un luciderazgo

de vinosías báquicas

que fulgibrinen ténues,

que centiguarden cáutas

homivital anhelo

que arriba eterniaguarda.

Puedo, pues soy poeta,

inventar mis palabras

que bellos oriluces

al pueblo le regalan.

risa azul y hojiplata

                                                           Parto de palabras (I) Juan Morales Rojas

 

 

 

7.

 

Andrés Neuman

 

«¿Por qué escribe?» "Todo escritor padece a menudo esta pregunta. Que contiene quizás una implícita acusación: «¿No debería usted estar haciendo otra cosa?» Un vendedor, un electricista o un fisioterapeuta, que sin duda desempeñan oficios más respetables, rara vez necesitan contestar a la pregunta de por qué hacen lo que hacen. Por suerte, acabo de reencontrarme con un soneto de Óscar Hahn (poeta capaz de hacer que las formas clásicas parezcan raras) titulado ‘¿Por qué escribe usted?’. Valga como respuesta permanente:

Porque el fantasma porque ayer porque hoy:
porque mañana porque sí porque no
Porque el principio porque la bestia porque el fin:
porque la bomba porque el medio porque al jardín
Porque Góngora porque la tierra porque el sol:
porque San Juan porque la luna porque Rimbaud
Porque el claro porque la sangre porque el papel:
porque la carne porque la tinta porque la piel
Porque la noche porque me odio porque la luz:
porque el infierno porque el cielo porque tú
Porque casi porque nada porque la sed
porque el amor porque el grito porque no sé
Porque la muerte porque apenas porque más
porque algún día porque todos porque quizás"

 

Recogido del blog de Andrés Neuman 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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